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Humanismo Solidario, Compromiso, Alteridad y Otredad en el siglo XXI

alteridad francisco morales

Autor: Francisco Morales Loma

Humanismo Solidario, compromiso, alteridad y otredad en el siglo XXI (tercera entrega)

Francisco Morales Lomas (Presidente de la Asociación de Escritores y Críticos de Andalucía AAEC, y Profesor de la Universidad de Málaga) reflexiona acerca de «Humanismo solidario, compromiso, alteridad y otredad en el siglo XXI». Esta ponencia fue presentada en el marco de la 43 edición de la Feria del Libro de Málaga, durante su intervención, el pasado 18 de mayo, en la mesa redonda «Humanismo solidario», estando acompañado por Alberto Torés y José Sarria.

(Palabras pronunciadas en la Feria del Libro de Málaga, 18 de mayo 2013 en la Mesa Redonda formada además por José Sarria y Alberto Torés)

Homo sum et nihil humani a me alienum puto
TERENCIO


Pienso, luego soy todos los hombres
FEUERBACH

Podemos decir con Gabriel Amengual que han existido dos tipos de humanismos: el primero es una atmósfera cultural que surge en Italia en el siglo XIV y conforma las bases de la cultura moderna. Garín lo considera un acto de rebelión contra un logicismo y un fisicismo que invalidaban la experiencia humana concreta: frente al teocentrismo el individuo.
El segundo, recogería todas aquellas concepciones filosóficas que otorgan una dignidad y valor al hombre como tal. Y como diría A. Edel (“Where is the crisis in Humanism”, Rev. Int. de Philos., 85-86, 284), “remite a un haz familiar de actitudes, valores y creencias que incluyen por los menos las siguientes: la igualdad y la dignidad del hombre, una fe en la racionalidad de los seres humanos, un proceso democrático en la acción social, esperanza en el progreso humano en alguna manera gracias a la planificación humana, una aceptación del falibilismo del conocimiento humano y una confianza en la ciencia para la resolución de los problemas humanos”.
Entendemos el Humanismo Solidario como una respuesta nueva del intelectual, del artista… ante el mundo contempor{neo globalizado, una respuesta desde la literatura, desde la obra de arte, en la que sin perder el valor de esta como creación literaria o artística (y desde la heterodoxia creativa de
cada uno), ofrezca una réplica comprometida, ética, decidida en la dirección de una nueva visión del hombre y de una nueva visión del escritor y del artista ante las sociedades contemporáneas.
Entendemos que la literatura, la pintura, la escultura o la música no pueden ser instrumentos para cambiar el mundo, pero sí pueden y deben contribuir a estos cambios que llegan desde órdenes sociales, políticos o económicos.
Somos defensores tenaces de la autonomía y la dignidad del artista y del escritor que va contra todo tipo de servilismo o adoctrinamiento al que fueron sometidos estos en otras épocas. Pero esta defensa a ultranza de la autonomía y dignidad del artista no se compadece con una actitud ante el
hecho estético ni con la defensa de unos valores que se residencian en la humanidad en su conjunto, que ha de ser entendida siguiendo el imperativo categórico kantiano como un fin en sí mismo, es decir, no una humanidad que deshabilite al hombre sino una humanidad que supere, como dice Juan G. Morán (“Frágil idea de humanidad”, p. 94), las condiciones de pobreza, de
desigualdad, de discriminación y de exclusión que privan de una vida digna a un número cada vez mayor de seres humanos. Teniendo en cuenta que la humanidad del hombre no viene dada, no está constituida, sino que debe verse como una conquista, como un compromiso y una responsabilidad, como un deber ser.

¿Esto significa que en la literatura, en el arte existe un discurso ideológico?
Efectivamente, por mucho que algunos repudien este concepto (ideología), ¿en qué literatura o en qué arte no existe este? Cada formación histórico-social lo ha tenido. No querríamos retrotraernos a los Elementos elementales del materialismo histórico (Siglo XXI, 2007) de Marta Harnecker o a la
Teoría e historia de la producción ideológica (Akal, 1990, p. 8) de Juan Carlos Rodríguez donde dice que “la literatura surge cuando surge la lógica del sujeto, pero decimos también y esto es lo decisivo, que tal lógica del sujeto no es otra cosa que una derivación –una invención de una matriz ideológica determinada.” Se promueve el rechazo del término ideología aplicado a la literatura como dice Rodríguez porque “los planteamientos derivados desde esa ideología burguesa nunca podrán aceptar que su propio inconsciente de base sea una cuestión ideológica (o sea, histórica), sino que consideran siempre que los elementos y la lógica propia de tal «inconsciente» constituyen la verdad misma de la realidad física humana” (p. 10).

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