EL OCASO DE OCCIDENTE Y LA NECESIDAD DEL RETORNO A UN HUMANISMO GLOBAL Y SOLIDARIO.

Por José Membrive

Escritor y director de Ediciones Carena

La cumbre celebrada en Madrid con motivo del 40 aniversario de nuestra entrada en la OTAN para certificar la fidelidad inquebrantable, de nuestros dirigentes a los alegatos belicistas emanados de las grandes corporaciones armamentistas es todo un síntoma del servilismo más envilecedor que marca la política con respecto a los intereses empresariales.

La reunión ha dejado claro que no hay nada que debatir, las conclusiones de los medios de comunicación han coincidido al dedillo con las de los feroces lobistas. Y nada más. Ni la más leve concesión a la pregunta, a la duda o al debate.

Las conclusiones no pueden ser más perversas:

Los aliados se comprometen a “incrementar el gasto militar y las inversiones relacionadas con la defensa para afrontar nuevos tipos de amenazas híbridas, como las derivadas de las tecnologías disruptivas, los ciberataques o el terrorismo”.

En realidad, la política mundial que proponen se fundamenta en una visión ruin de lo humano basada en un darwinismo en el que coinciden la extrema derecha y extrema izquierda: somos productos de nuestras circunstancias económicas y venimos aquí a disputar la comida a nuestros enemigos. Si nacemos obreros, nuestra dignidad será la “lucha” contra los empresarios. Si somos empresarios, al contrario. ¿No hay ningún político capaz de mirar el mundo con una mente comprensiva, integradora, empática, en unos momentos tan dramáticos y preocupantes?

Al parecer, no. Al contrario, cuanto más miedo en la gente más fácil de justificar los sucios negocios armamentistas. La única opción que se nos da es seguir multiplicando la inversión en armas de extinción masiva, como si ya no tuviéramos para destruir al mundo cuarenta veces. En realidad, lo que hay detrás es un tremendo negocio de corporaciones, sicarios, comisionistas y políticos que chupan del bote a mansalva.

Aquí todos los partidos políticos y periodistas han callado tragándose las piedras de molino sa-otánicas, por las que la invasión de Irak fue una bendición y la de Ucrania una maldición.

Pero la condición humana es creadora, no necesariamente somos producto de circunstancias, podemos transformar las condiciones que nos rodean, mejorar la realidad y mirar más allá de nuestro ego.

En momentos delicados hay que ampliar perspectivas. Pero para eso necesitamos activar la inteligencia de nuestro corazón cuyo timón es el amor y la comprensión.

Todos queremos un futuro mejor para nuestros hijos. Y todos haríamos algo importante por conseguirlo. En realidad, sabemos que no estaremos salvados del todo hasta que todos estemos salvados. La solidaridad es un acto de suprema inteligencia. Y sabemos que, en un momento dado, a pesar de nuestros distintos orígenes, también somos capaces de unirnos, de emprender proyectos ilusionantes. La inteligencia del corazón, es infinitamente más grande que la inteligencia política.

Este prisma se llama humanismo y pervive latente, invulnerable, alentado por la fuerza misteriosa del amor que según Einstein es la más poderosa del universo.

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