BALTASAR GARZÓN EN LA ENCRUCIJADA. IDEAS Y VALORES FRENTE A LA INDIFERENCIA
F. MORALES LOMAS
Durante muchos años Baltasar Garzón abrió los telediarios de este país con sus actuaciones judiciales en casos sobre terrorismo y narcotráfico. Su salto a la esfera internacional como defensor de la justicia universal se produjo cuando persiguió a los gobiernos dictatoriales de Chile y Argentina, y aceleró la detención de Augusto Pinochet en Londres bajo cargo de genocidio. Casos como el GAL, contra miembros de ETA, del narcotráfico… le dieron una notoriedad evidente, así como su lapso como político en las listas del PSOE. Sin embargo, su inhabilitación por la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo produjo su silencio judicial en un caso, el Gürtel, sobre el que a la postre se le dio la razón. Su trayectoria ha sido única defendiendo los derechos humanos y la jurisdicción universal, a través de órganos internacionales diversos, como el Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos de la UNESCO.
Su último libro, La encrucijada, ideas y valores frente a la indiferencia es una obra necesaria en estos momentos para advertir de los caminos de la humanidad y la trascendencia de las ideas de humanismo y progreso para combatir la deriva de los poderes mundiales. Con un prólogo del ex presidente de Uruguay José Mújica, donde nos habla de su “sangre jacobina”, su solidaridad, compromiso y revalorización ética, Garzón organiza su obra en ocho capítulos con un introito y varios epílogos de personalidades fundamentales como Lula da Silva, Yanis Varoufakis, Rigoberta Menchú, Vijay Prashad…
El progresismo humanista, la inmigración, la economía y la moral, la revolución pendiente de la justicia, la justicia universal, la justicia social y la igualdad, la salvación del planeta y la situación mundial de zonas como África y su desastre humanitario, el riesgo de la involución en Chile o el bolsonarismo en Brasil… son algunas de sus temáticas fundamentales, siendo consciente de que el capitalismo salvaje depreda el planeta, destruyendo ecosistemas y consolidando la extrema pobreza y la desigualdad, creándose el ecocidio.
Garzón, desde la visión weberiana de la ética de la convicción, la ética de la responsabilidad y la ética de la gestión pública, apuesta por una humanidad unida y solidaria: “La fuerza de uno es la de todos y que no somos nada sin esa solidaridad”. De hecho es lo único que nos distingue de las bestias. Por ello promueve un proyecto de regeneración en torno a principios como la defensa de los derechos humanos, el feminismo, el ecologismo, la jurisdicción universal, la humanización de la economía y la actualización del Estado social y democrático de derecho, porque “las personas estamos por encima de la política”.
Es muy consciente de que “no es que haya una crisis total de ideologías, es que estas deben amoldarse a lo que está aconteciendo, ofrecer soluciones menos dogmáticas y más realistas, menos orgánicas y más participativas y flexibles”. Un pensamiento que permitiría el abandono de un neoliberalismo atroz que se ha olvidado a la ciudadanía. Recuerda, como el populismo reciente, que Hitler llegó al poder desde la democracia, lo mismo que Trump o Bolsonaro, y ese camino: “Puede llevar a la negación de la democracia y a abrir nuevamente la puerta del totalitarismo y el fascismo”.
Nos advierte que lejos de ser un problema los inmigrantes representan una gran oportunidad y se necesitan políticas de integración reales y eficaces que reconozcan la dignidad de las personas: “Se trata de activar otra vez la ética y los valores que nos hacen personas (…) La herramienta que combate el egoísmo en la política se llama conciencia social y abre todas las puertas”. Pero también desactivar la avaricia que conduce al soborno y la corrupción. Y propone que una medida que daría fin al sistema ultraneoliberal “sería la desaparición de la herencia como derecho del individuo (¿se dejaría la legítima a los herederos?) y la transferencia del patrimonio acumulado al conjunto de la sociedad”, así como la eliminación de la esclavitud de niños que fabrican productos para Apple, Google, Microsoft y Tesla.
En definitiva, todo un programa, un análisis crítico de la historia contemporánea y un compromiso ético en la respuesta solidaria de la sociedad, con una obra esencial para cambiar el rumbo.